martes, 25 de agosto de 2009

FOTOGRAFI KAS DL PATIO TRASERO DE MI KSA


El comienzo y el fin. Esa es la vista, desde mi casa. Mi patio trasero: virtudes y defectos. Arenas e infinito. Todo lo que necesitas para recordar que sigues siendo parte de todo esto; que el mundo es mucho más de lo que nos enseñan ... Acá sólo el viento... ninguna voz nos dice para donde ir... sólo tu corazón...
Somos movimiento dentro del movimiento.


miércoles, 5 de agosto de 2009

EL CEMENTERIO DE PABELLON BAJO


Tierra Amarilla, comuna larga como un brazo. Hay que puro seguir, como en un torbellino elástico. Culturalmente acotado a unos cuantos transplantados. Geográficamente inentendible desde la razón. Acá todo es posible.

Se requiere mirar y respirar. Se requiere volver a ver y recordar, que somos más que un tiempo y un espacio. Somos casas marcadas por el viento y el sol.


Los fantasmas se encuentran al costado del largo camino hacia la nada y hacia el todo. El territorio, una capa de cebolla. La abres una y otra vez y no te cansas de descubrir. La muerte también habla, pero siempre de lado. Como en el cementerio de pabellón bajo.

viernes, 31 de julio de 2009

UN VIERNES EN EL CENTRO DE COPIAPO


Hoy es viernes, estoy en un café del centro de Copia. Serán tipin las siete de la tarde. Estoy sentado, en estado de blogger. Hoy perfectamente podría estar en otra cosa . Mi interés sin embargo, es observar la transformación de la vida pública, desde un atardecer en el centro de Copia. Mi vista es privilegiada: un café en el segundo piso al frente de la Plaza Pública de Copiapó.

La Plaza se llama "Arturo Prat". Esta plaza, para mí sin embargo, no es motivo de historia oficial: intento es convertirme en un mirón (voyeur) con piscas de antropólogo de closet.
La Plaza de Copia, para mi es curiosa, la concibo como un territorio tranformista. Probablemente como muchas plazas de ciudades. Las plazas son como las personas, tanto personas como plazas se constituyen según los estados de ánimo de sus ciudadanos. Por la mañana, las buenas costumbres. Por la tarde, -para muchos- hay buenas razones para pasar a "tomar algo". Y si es viernes, por la noche, los gregarios y amantes del cemento... se arremolinan con otros necesitados de "amigos". Construyen socialmente un grupo cuya vida tiene las horas contadas... y todo por un par de rones a bajo costo. Se acaba la plata y de la amistad pasamos al cálculo (oye... cuánto me corresponde a mí?). Y chao lin. Se acabó el japi.
En fin... la Plaza de Copiapó como a las ocho prende sus luces. Los pimientos son verdaderos fantasmas de capa caída que le otorgan el estátus de plaza a esta arquitectura. Hasta allí nada singular. Un viento breve trae consigo los clásicos escolares vestidos de otra forma, como ellos quieren y se dicen. Las bancas se atestan de aquellos sujetos-tribus. Los perros se les acercan, son parte de la fauna y pareciera que se sienten cómodos con estos niños-rebeldes. Ladran y aullan. Su temible dentadura es el terror de los motociclistas.
Los sempieternos perros copiapinos, atacan a cuanto transeunte divaga depistado por la plaza. Pero hay gente que es conocida para ellos. Quizás porque emergen de las mismas oscuridades del deseo: las prostitutas, prostitutos van apareciendo junto con los ratones, los borrachos. Se ofrecen al mejor postor, a cualquiera que por arte o sin él quiera participar de una oferta "rapidita" de placer callejero. Y pasadas las 11, prostitutas, travestis y otros seres, se constituyen en la ciudadanía oficial de la noche. No obstante ello, al otro lado de la vereda ocurren otras cosas. Hay gente que atesta cafés y bares. La semejanza entre ambos grupos, es el carácter exhibicionista. Hay señales y gestos que se emiten a la comunidad de interés ó a los potenciales clientes deseosos de prostitutas, travestis y demases.

En el lugar donde escribo éste artículo, la risa es la característica. Son los famosos japi auers. La gente festina... yo no sé de qué... de algo. De historias que pienso, serían aburridas sin alcohol mediante. La idea es reirse y contar chistes, por ello pagan una buena cantidad de dinero. Reirse aquí y por más de una hora es verdaderamente caro.
Vuelvo a mirar por la ventana y el paisaje ya es delirante; el comercio sexual, los encuentros premeditados, ya son evidentes. Los travestis - segmento significativo del paisaje- no tienen dificultad para posar en esquinas aledañas a la Plaza de Armas. Incluso hay una calle larga como una culebra: la avenida Freire. Allí la oferta es mayor, el precio probablemente esté por debajo de lo establecido y los lugares son un poco más incómodos (un árbol, un poste, un arbusto y quizás ...)

Sin embargo entre tanta actividad de Copiapo-Town, yo prefiero el refugio de mi cuchitril. Hacer música al medio del desierto más árido del mundo, es exitante (al menos para mí). Así que hasta aquí llegaré con esta plaza. Me espera la música y mi guitarra. La casa pequeña en el dintel de un cerro rocoso, que me regala una luna llena y gigante, una vez cada dos meses.

miércoles, 29 de julio de 2009

EL CARNAVAL DE TIERRA AMARILLA



Cuando vengas a la Tercera Región de Atacama, te recomiendo el Carnaval del Toro Puyay en la Comuna de Tierra Amarilla (por marzo). Quien tiene espíritu salvaje y tolerante, y algo de antropólogo, tendrá a la vista una revolución colectiva (efímera por cierto), con mezcla de excesos ciudadanos, lindantes con el delirio. El Carnaval se toma de leyendas paganas, cincretismo cultural, decretos municipales, redención pública de los pecados del pueblo y el asesinato... del mono en el estadio público de la comuna.



Lo que más llama la atención es el aspecto transformista del carnaval: en la noche los hombres son mujeres y al revés. Hay carros con postulantes a reinas y reyes en una noche de inmolación colectiva. El pueblo entero se vuelca en éxtasis a sus calles. Las chicas alegres salen de sus burdeles para saludar al toro (símbolo del carnaval) y golpean con fuerza a la víctima (el mono). Las bacenicas vuelan contra la víctima.
Cuando llegué a esta región la verdad es que quedé muy impresionado con esto: Macondo de García Márquez. El tiempo era otro... no sé qué siglo, la gente era otra (sus ropas, sus gustos). Me llamó mucho la atención el estadio municipal; una suerte de circo romano. El Estadio, constituye el destino de la caravana. Allí se quema al"mono", entre gritos, aplausos y llantos. La fuerza de la muerte es derrotada, a través de un decreto municipal. Entonces el pueblo es sanado (incluido el alcalde y sus funcionarios).